lunes, 7 de diciembre de 2015

Navidad devoción al consumo, creada para olvidar la festividad Pagana del Solsticio



Durante  esta  época  del  año,  todo  cuanto  nos  rodea  es  una  impúdica  exhibición  del  poder subyugante del Sistema sobre nuestras mentes.
Sin recato alguno, la maquinaria del Sistema nos dice qué debemos pensar, cómo debemos actuar, qué nos debe gustar y cómo debemos expresarnos.
Nos convertimos en esclavos de compromisos y reglas no escritas y nos vemos obligados a gastar dinero con el fin de aparentar ante los demás y ante nosotros mismos.
No hace falta ahondar demasiado en el tema, pues es de todos sabido y cualquier persona con un mínimo de conciencia ya se habrá dado cuenta de ello.
Pero la Navidad nos ofrece también una oportunidad única: la posibilidad de ver de forma mucho más clara cuáles son los engranajes de esta maquinaria infernal que llamamos Sistema y que el resto del año vive agazapada en nuestra psique, manipulándonos como a títeres.

1-¿Por qué razón actuamos de esta manera en esta época del año?
2-¿Qué justificación lógica hay para ello? 

La respuesta a la primera pregunta es obvia. 
Actuamos así, nos comportamos como nos comportamos y hacemos lo que hacemos, porque nos han dicho desde pequeños que “es lo que toca hacer en estas fechas del año” Y punto.
Los  pretextos  que  pongamos  para  repetir  los  mismos  rituales  en  las  mismas  fechas,  son irrelevantes,  porque  ya  nadie  recuerda  ni  a  nadie  le  importa  cuál  es  su  supuesta  justificación argumental.
En la mente de las personas, solo existe un mecanismo instalado que dicta: “estamos en tal fecha y  toca  hacer  tal  cosa,  como  hicimos  el  año  anterior”  Y  así  es  como  año  tras  año,  lo  vamos repitiendo como robots programados.
Llevamos instalado el mismo tipo de programación que le aplicaríamos a una máquina.
Por  otro  lado,  si  salimos  a  la  calle  y  le  trasladamos  a  la  gente  la  segunda  pregunta “¿qué justificación  lógica  hay  para  ello?”,  quizás  nos  respondan  que  la  justificación  para  tantas festividades es “celebrar el nacimiento de Jesús” o “pasar unos días con la familia”; pero en el fondo todas las respuestas ocultan una misma justificación implícita: “en estas fechas debemos actuar de esta manera porque es lo que hacen todos los demás y no queremos quedar aislados del resto del grupo”
 Así pues, y resumiendo: durante la navidad, actuamos como actuamos porque “toca” hacerlo y porque lo hace el resto de gente.
 Fantástico: una fabulosa muestra de la evolución humana y de su intelecto superior; argumentos de  peso  dotados  de  un  “profundo  sentido  existencial”,  que  reflejan  muy  claramente  el  tipo  de esclavitud mental a la que estamos todos sometidos.
Llegados  aquí,  deberíamos  preguntarnos:  ¿Cómo  hemos  llegado  a  este  profundo  nivel  de estupidez y aborregamiento colectivo? ¿Cómo puede ser que seres racionales actúen de forma tan irreflexiva, sin tan solo preguntarse sobre el porqué de sus actos?
Para  tratar  de  responder  a  estas  preguntas,  debemos  comprender  cómo  funcionan  algunos mecanismos…

EL SISTEMA SIEMPRE TIENDE AL VACÍO DE SENTIDO
Este es un hecho que realmente cuesta de comprender.
Y es que con el paso del tiempo, cualquier costumbre o hábito repetido en sociedad, tiende por naturaleza a perder su razón original de ser y a convertirse en un ritual periódico vacío de todo significado y sentido, que empuja a las personas a repetirlo por el simple hecho de repetirlo. Es algo parecido a un estado de hipnosis masivo en el que las personas fueran inducidas a repetir el mismo acto una y otra vez al recibir una señal determinada.
Pero, ¿cómo y por qué sucede eso? 

LA ELIMINACIÓN DE LA CONCIENCIA INDIVIDUAL
El  principal  objetivo  del  Sistema  es  reducir  nuestra  conciencia individual al mínimo, con el fin de arrebatarnos el poder y el control sobre nosotros mismos.
Eso  es  algo  que  consigue  automatizando  tanto  como  pueden  nuestras  respuestas,  como  si fuéramos una máquina programada con una serie de mecanismos lógicos y en el caso concreto de las costumbres y tradiciones, lo consigue porque aprovecha una tendencia natural del intelecto humano.
Lo entenderemos mejor a través de un ejemplo.
Cuando  aprendemos  a  conducir  un  coche,  en  los  inicios,  cada  acción  que  llevamos  a  cabo  la afrontamos  de  forma  plenamente  consciente.  Cuando  queremos  poner  en  marcha  el  coche, escuchamos  nuestra  propia  voz  dentro  de  la  cabeza,  repasando  todos  los  pasos  que  debemos llevar a cabo: “gira la llave, enciende el motor, aprieta el pedal del embrague, acciona la palanca de cambios y pon la primera marcha, suelta el embrague despacio a medida que vas apretando el pedal del acelerador, etc…”
Curiosamente pero, a medida que aprendemos a conducir, nuestra voz consciente se va apagando, como si se alejara en nuestro interior, hasta que al final realizamos todas estas acciones de forma automática.
De  alguna  forma,  cuando  aprendemos  a  conducir,  tendemos  a  convertirnos  en  máquinas  más eficientes  y  somos  capaces  de  realizar  muchas  más  acciones  y  de  forma  más  rápida  y  eficaz, porque  simple  y  llanamente,  hemos  programado  nuestra  mente  para  actuar  directamente, saltando los filtros del pensamiento consciente.
Es algo que podemos comprobar fácilmente: si mientras conducimos el coche en nuestro día a día dejamos de actuar con esa especie de “piloto automático” y empezamos a escuchar de nuevo la voz  consciente  diciéndonos  qué  pedal  debemos  apretar,  cómo  y  cuándo  y  elucubrando  qué marcha  debemos  poner  a  cada  momento,  es  posible  que  cometamos  errores  graves  de conducción y al final tengamos un susto, como si volviéramos a nuestros primeros días en la auto-escuela.
Así pues, por motivos de eficiencia, nuestra mente tiende a automatizar todas aquellas acciones repetitivas que pueden ser sustituidas por mecanismos de programación cerebral, dejando la voz consciente y racional en un segundo plano.
Es una de las capacidades maravillosas que nos otorga nuestro fabuloso cerebro.
El gran problema se presenta cuando aplicamos estos mismos mecanismos de automatización a otros ámbitos de las actividades humanas, para los cuales no resultan adecuados.
Éste es el truco que aplica el Sistema para programarnos y dominarnos.
Aprovechando  esta  tendencia  natural  a  la  automatización  de  acciones  repetidas,  el  Sistema consigue que aceptemos eliminar nuestra voz consciente en otro tipo de actividades que implican una  mayor  escala  temporal  y  en  las  cuales    sería  necesario  tomar  conciencia  del  cómo  y  el porqué de nuestros actos.
Eso explica, que cada año, por ejemplo, repitamos los mismos rituales una y otra vez en las mismas fechas sin tan solo preguntarnos cuál era la función original que justificaba su existencia ni cuál es su utilidad para nosotros.
Llega la fecha y simplemente, hacemos “lo que toca”, de la misma manera que vemos el semáforo en rojo y apretamos el pedal del freno.
Lo hacemos automáticamente… y eso nos convierte en poco más que autómatas.
Es evidente que el mundo de los humanos se ha construido a base de definiciones inventadas por nosotros mismos; de etiquetas que sirven para clasificar y categorizar los conceptos que nosotros mismos creamos.
Uno  de  los  grandes  triunfos  del  Sistema  ha  sido  conseguir  que  en  nuestro  mundo  sea  más importante la etiqueta con la que clasificamos las cosas que su significado profundo o su sentido original.

Eso explica que la “repetición periódica de conductas necias sin sentido ni función práctica por parte  de  personas  que  actúan  sin  pensar  ni  hacerse  preguntas”,  haya  terminado  por  ser  tan importante.

El nacimiento de Jesucristo fue oficialmente proclamado el 25 de Diciembre por los padres de la iglesia en el año 440 DC, como un sincretismo entre la religión Católica del entonces Imperio Romano y la tradición de los días festivos que se observaba popularmente en el solsticio de invierno, que ya era una tradición ancestral Pagana.


Debemos revertir lo impuesto por el sistema, dándonos cuenta que la festividad de Navidad, creada por el Cristianismo, ni siquiera coincide con el verdadero día de nacimiento de Jesús, sino que fue asignada en esa fecha,  para que olvidemos nuestros orígenes Paganos, donde del 24 al 25 de Diciembre se produce el solsticio de invierno en el hemisferio norte, siendo el día más corto y la noche más larga. Pero a partir de este momento el día comienza a crecer y por ello este día se celebraba el “dies natalis invicti solis”, “el día del nacimiento del sol invencible”.

El 25 de diciembre día del “Sol Invictus” (sol invencible) se conmemoraba el nacimiento del Dios "Mitra", cuyo culto y devoción fue extinguido y suplantado por el Cristianismo.


La práctica del Mitraísmo, como la de todas las religiones Paganas, fue declarada ilegal en el año 391 por el emperador Teodosio.

Las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha en el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos atención a las festividades Paganas del Solsticio de invierno y más a las celebraciones religiosas.
Cosas que ocurren durante el solsticio de invierno:
El solsticio de invierno es el día más corto del año. Esto es así porque se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz.
Este momento era considerado por muchas culturas como inicio del año, y ese es el motivo de las celebraciones.



 
La tradición celta
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno recibía el nombre de Yule.
 El Yule designa el momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para subir de nuevo.

La tradición Romana
La fiesta también era una celebración del fin de las tinieblas y el comienzo de un nuevo año.
Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito del Solsticio de Invierno:
"Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del año. Ahora las tinieblas triunfan y aún así todavía queda un poco de luz. La respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey Oscuro vive en cada pequeña luz.


Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."

¡Feliz Solsticio! 

"Sol Invictus"
Honra a tu Dios Solar
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
¡Salve invencible Sol!



No hay comentarios:

Publicar un comentario