sábado, 29 de octubre de 2016

Carl Jung - El alquimista



El interés de Carl G. Jung por la alquimia surgió de su intenso entusiasmo por el gnosticismo y su deseo -ya desde 1912 de encontrar un nexo con los procesos del inconsciente colectivo que allanaría el camino para que la sabiduría (sophía) gnóstica volviera a entrar en la cultura moderna. Jung encontró tal conexión en la alquimia, a la cual vio como análoga a la individuación, el proceso de convertirse en un todo. Jung tuvo muchos sueños significativos durante su vida, entre ellos uno en 1926 en el cual se vio a sí mismo como un alquimista del siglo XVII que estaba creando un gran trabajo de alquimia. El sueño resultó ser profético, porque Jung hizo de la alquimia un punto importante en muchos de sus estudios. Inspirado por éste y otros sueños alquímicos, Jung reunió una gran cantidad de trabajos acerca de la alquimia y se sumergió en el estudio de la materia.


Su investigación estuvo influida en gran medida por The Secret of the Golden Flower (El Secreto de la Flor de Oro), un pasaje chino místico y alquímico descubierto por su amigo Richard Wílhehn y que éste le había entregado en 1928 para que escribiera un comentario. The Secret of the Golden Flower le reveló a Jung el vínculo entre el gnosticismo y la psicología del inconsciente. Al comparar el tratado chino con los trabajos de alquimia latinos, Jung encontró que los sistemas de alquimia tanto de Oriente como de Occidente trataban esencialmente acerca de la transformación del alma. "Yo devoré prácticamente el manuscrito, pues su contenido vino a corroborar inesperadamente mis ideas sobre el mandala y la circunvalación alrededor de un centro. El contacto con esa obra puso fin a mi aislamiento, pues a través de sus páginas logré conocer a mis precursores ideológicos y relacionarme con ellos", confesaría en sus memorias Carl Jung. (Recuerdos, Sueños y Pensamientos, Seix Barral).

Jung se asombró al notar que muchos de sus pacientes, hombres y mujeres de ascendencia tanto europea como norteamericana, producían en sus sueños y fantasías símbolos similares o idénticos a los de mitos, cuentos de hadas, cultos misteriosos y trabajos de alquimia. Esto le condujo a desarrollar sus ideas del inconsciente colectivo, una reposición de imágenes primitivas y patrones de conducta compartidos por la humanidad.

Las primeras palabras importantes de Jung sobre de la alquimia fueron pronunciadas en una conferencia en la que se refirió a los símbolos de la alquimia en los sueños, titulada "Símbolos de los sueños y el proceso de individuación" y ofrecida en 1935 en Villa Eranos, en el lago Maggiore, al sur de Suiza. Un año más tarde, también en Eranos, ofreció otra charla acerca de la idea de la redención en la alquimia. Su primer libro sobre el tema fue Psychology and Alchemy (1944). Aion, Alehemiea! Studies y Mysterium Coniunctíonis también tratan sobre la alquimia. El conocimiento que Jung reunió acerca de la alquimia se ejemplifica a través de todos sus últimos escritos.

Jung vio la alquimia como un proceso espiritual de redención que comprendía la unión y la transformación de la naturaleza. El procedimiento experimental de los alquimistas para disolver y coagular simbolizaba la "muerte" y el "renacimiento" de las sustancias que usaban. Los alquimistas eran parte del proceso y transmutaban su propia conciencia en un estado superior a través de la muerte y el renacimiento simbólicos.

Según Jung, los primeros alquimistas cristianos usaron la piedra filosofal como un símbolo de Cristo. Así, en un sentido místico elevado, la alquimia representa la transformación de la conciencia en el amor, personificado por lo hermafrodita, la unión de los opuestos masculinofemenino (lo físico y lo espiritual) fusionados en un todo.


"La Nigredo" La primera de las etapas del "Opus Junguiano" alquimista, "Nigredo" o Putrefacción, es la fase de Saturno-Osiris, la del plomo, la inmersión en la materia prima que, mediante una serie de operaciones, se transformará en "Oro Filosofal" y en "Philium" o "Lapis Philosophorum" en la última etapa, la "Rubedo", tras las combinaciones correspondientes entre el "Azufre", el "Mercurio" y la "Sal".

Para Jung esta primera fase corresponde a la integración del aspecto "oscuro" de la psique humana, esto es, de todas aquellas emociones, intuiciones, percepciones y pensamientos que se han rechazado a lo largo de la vida por considerarlos inapropiados o defectos indeseables en el vivir del día a día con sus actividades cotidianas (el mundo pragmático que el Yo se ha montado en torno a sí).

Esto supone un sumergirse en el inconsciente personal y ser consciente de la multitud de proyecciones que se encuentran desparramadas en personas de nuestro alrededor y en objetos de nuestro entorno, las cuales se corresponden con lo que el Yo ha marginado o rechazado por no creeerlo conveniente para él.

Por otro lado esta fase supone un mirar, cara a cara, al aspecto sombrío de la Creación, de Dios mismo incluso..., es decir, el Mal, con mayúsculas. Luz y Oscuridad forman parte de la existencia en todos sus ámbitos, y también -a los ojos humanos- de Dios. La Alquimia fue como una corriente "subterránea" y complementaria al cristianismo dogmático medieval y renacentista, y oponía al Dios del Bien otro Dios "dúplex", como el Abraxas gnóstico, en el que Bien y Mal confluían.


Los Arquetipos

Quizás sería bueno citar algunos de los conceptos junguianos más importantes para poder captar mejor su interpretación "psicológica" de la Alquimia. En este sentido habría que empezar por su concepción amplia del psiquismo humano pues para Jung la psique no se limita al Yo consciente sino al conjunto formado por la conciencia (el ser consciente cuyo eje rector es ese Yo), el inconsciente personal (lo vivido pero sumergido en el fondo de la psique individual) y el inconsciente colectivo que rodea a ambos por todos los lados y que está constituido por una serie de nódulos psicoideos a los que llamó arquetipos, los cuales son los referentes inconscientes que modulan la producción de imágenes simbólicas e incluso de los comportamientos y "pautas de conducta" más elementales del ser humano. El carácter que él denominó psicoide del inconsciente colectivo es una de las claves "iniciáticas" del lenguaje críptico de Jung.

Este gran hermeneuta suizo comprendió, con el transcurso de los años, que lo físico y lo psíquico son las dos caras de una misma moneda, que lo externo y lo interno se encuentran profundamente vinculados, que "como es arriba, es abajo", que el espíritu y la materia se encuentran hermanados en una unidad que el llamó psicoidea y que no es sino el "Unus Mundus" de alquimistas como Dorneus. Y este ámbito psicoideo que caracteriza el inconsciente colectivo, se plasma en el mundo humano de forma física y psíquica, en una correlación sincronística con la máxima hermética que dice "como es adentro es afuera". "Gerardus Dorneus -explica Jung- ve la finalidad del Opus alquimista por un lado en el conocimiento de uno mismo, que es al mismo tiempo conocimiento de Dios, y por otro lado en la unión del cuerpo físico con la denominada "unio mentalis", la cual está formada por alma y espíritu y se produce a través del conocimiento de uno mismo. A partir de este tercer nivel del Opus se produce, como él explica, el "Unus Mundus", el "Único Mundo", un premundo o mundo primigenio platónico, que es a la vez el mundo del futuro, o bien el mundo eterno" ( Carl A. Meier: Wolfgan Pauli y Carl G. Jung. Un intercambio epistolar. 1932-1958, Alianza Editorial).

Esta percepción psicoidea se evidencia en sus últimas obras, especialmente en Mysterium Coniunctionis, cuya redacción le llevó una década y que, afortunadamente, se está traduciendo al español para su publicación en libro. Allí es donde Jung destaca que la "Unidad de la realidad" es ese trasfondo común "que es tanto físico como psíquico y, por tanto, ninguna de las dos cosas, sino más bien un tercer elemento, una naturaleza neutral que a lo sumo puede captarse alusivamente, pues en su núcleo es trascendental", o sea, metafísico por utilizar un término religioso. Como ha señalado uno de sus biógrafos, Gerhard Wehr, se evidencia en la obra tardía de Jung la gran importancia que adquiere "todo lo que no es psíquico o, más exactamente, lo que se sitúa más allá de la psique y de la materia, lo que abarca los dos ámbitos del ser, y de ese modo los reúne" (Carl Gustav Jung. Su vida, su obra, su influencia).


Lo psicoideo de los arquetipos, el "Unus Mundus" y su reflejo sincronístico explican, en términos junguianos, la "simpatía" en la respuesta de la naturaleza a la búsqueda anhelante del alquimista. Pero vayamos por partes para comprenderlo.

La Alquimia, para Jung, era ante todo una búsqueda espiritual en la que el alquimista, tratando de encontrar el espíritu mercurial, el "Antrophos", en los elementos de la naturaleza (en la materia), terminaba por hallarlo dentro de sí mismo, y donde queriendo redimir a la naturaleza se redimía a sí mismo. Según Jung, "tanto en Oriente como en Occidente, el núcleo central de la Alquimia está representado por la doctrina gnóstica del Anthropos y es, por completo, con arreglo a su esencia, una peculiar doctrina de redención" (Simbolismo del Espíritu). No todos lo lograban, ni mucho menos, pues era fácil quedar prendidos -como ahora- en la gran "red de la diosa Maya", es decir, en los entrelazamientos provocados por las proyecciones psíquicas a través de las cuales uno ve en los demás, e incluso en los objetos animados o inanimados, características que en realidad no son de ellos sino del inconsciente personal de uno mismo.

El Proceso de Individuación, nombre dado por Jung a la tendencia innata de la psique humana a encontrar su centro, su Sí-Mismo, es un camino progresivo de autoconocimiento, de desvelamientos de las proyecciones que nuestro inconsciente personal emana de forma natural, lo que supone una recuperación consciente de tales proyecciones y, consiguientemente, un gradual mayor conocimiento de uno mismo. Y ese Proceso de Individuación conlleva igualmente ser consciente de la acción de los arquetipos psicoideos en nuestra vida, (la identificación, por ejemplo, con el arquetipo del Viejo Sabio nos haría creer que somos profetas, mesías, un engreído sabiondillo o algo por el estilo). Este Proceso de Individuación, en opinión de Jung, es el que se refleja en los enrevesados términos alquimistas y todo su imaginario simbólico, si bien estimaba que la mayor parte de los alquimistas ignoraban el juego de proyecciones en el que estaban inmersos y sólo unos pocos fueron conscientes de ello y superaron la "red de Maya".

La psique arcaica, según Jung, se encuentra fusionada e identificada plenamente con la naturaleza en una "participation mystique" (como la llamaba Lévy-Bruhl) debida a la enmarañada red de proyecciones -inconscientes, por tanto- que vinculan al mundo exterior con el hombre arcaico (el hombre no racionalista que perdura hasta el Renacimiento, y el hombre de las tribus primitivas). Merced al Proceso de Individuación, y tras una serie ininterrumpida de "solve et coagula" -disgrega y reune-, las proyecciones van desapareciendo, uno asume sus sombras y luces y se sumerge, conscientemente ahora y dotado de "personalidad", en el "Unus Mundus", circunstancia que explica por qué Jung, en su retiro de la torre de Bollingen, hablaba a las sartenes y otros objetos. Había recuperado la "unidad perdida" y su "centro". ~ (Extraído del Blog de Alejandro Cáceres) ~

A partir de la lectura de un manuscrito taoísta chino; "El Secreto de la Flor de Oro", Jung descubre una concordancia entre sus propias investigaciones teóricas y clínicas sobre el funcionamiento del psiquismo y la trayectoria de los alquimistas. 
En lo sucesivo y hasta su muerte, descifrará la simbólica y la dialéctica alquímicas según su particular óptica de exploración de la psique. 
Poco le importa en el fundo la transformación en sí; lo que ocurre es que en la descripción de las etapas de la transmutación de la materia en oro ve la descripción de todas las etapas de la individuación psíquica.

VIDEO: Carl Jung y la Alquimia




lunes, 20 de junio de 2016

El Solsticio desde el Paganismo y su Culto Solar




Los solsticios (del latín solstitium ("Sol quieto") son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente.
Astronómicamente, los solsticios son los momentos en los que el Sol alcanza la máxima declinación con respecto al ecuador terrestre.

En el solsticio de verano del hemisferio norte el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Cáncer y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Capricornio. Ocurre dos veces por año: del 20 al 23 de junio y del 20 al 23 de diciembre de cada año.

A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve hacia el Norte y hacia el Sur. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.

En los días de solsticio, la duración del día y la altitud del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. En la mayoría de las culturas antiguas Paganas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios.



El solsticio de verano en el hemisferio norte y el solsticio de invierno en el hemisferio austral se celebran del 20 al 23 de junio, siendo el día más extremo del año (luminoso en el norte y oscuro en el sur). Los equinoccios y los solsticios son las cuatro grandes fiestas astronómicas naturales que dictan el paso de las estaciones y ponen límites al año, tradicionalmente celebradas por las culturas vinculadas estrechamente a la naturaleza (lo que hoy se generaliza como "el paganismo").
La palabra solsticio significa "sol quieto" (sol + sistere: quedarse quieto, en latín), una alusión a la impresión que deja el sol de quedarse quieto en el cielo justo por encima del trópico de Cáncer en lo que cambia de dirección.


Tradicionalmente el solsticio de verano es el momento de máxima energía (la cual desde este punto empieza a descender hasta llegar a la muerte simbólica del otoño y el posterior renacimiento en el solsticio de invierno). Por otra parte, la luna llena es también considerada la fase lunar de mayor energía, si bien estas energías están en signos directamente opuestos.

El solsticio de verano era considerado el tiempo de la cosecha, del gozo por lo sembrado, pero no sólo materialmente sino también espiritualmente. Era así una fiesta de la fertilidad en la que tradicionalmente se rendía culto a divinidades ligadas a la agricultura. Se confunde e interpenetra esta fecha con la Fiesta de San Juan, de la misma manera que el sincretismo religioso romano aparentemente mezcló asimismo la Navidad (y las saturnalias) y el solsticio de invierno. Entre las religiones paganas aún existentes se celebra el Midsummer. Esta fecha también es el momento cúspide del turismo en Stonehenge, pues esta misteriosa construcción monolítica está alineada con el sol del solsticio de verano. 


Siempre recordamos celebrar esta fecha por sobre todo para concebir el tiempo de una manera orgánica y cualitativa, como un ritmo y una energía y no como dinero o un proceso inerte meramente cuantitativo. El solsticio hace tangible la estrecha relación entre el hombre y el cosmos a través del ritmo y nos permite apreciar con mayor facilidad la polarización perpetua entre la luz y la oscuridad, una eterna danza.

Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."

¡Feliz Solsticio! 
"Sol Invictus"
Honra a tu Dios Solar
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
¡Salve invencible Sol!


CELEBRACIÓN DE UN SOLSTICIO DE VERANO
(Extraído de Surfing the Kali Yuga.)

 EXHORTACIÓN:
(Reunidos en círculo alrededor de la pira o de la cruz que va a encenderse, el que dirige el rito dirá):
¡Camaradas!
Hace milenios, los arios se lanzaron a la conquista del mundo e iniciaron la larga marcha de los pueblos venidos de Hiperbórea. Nosotros que somos sus herederos, renovamos esta noche en antiguo rito de los hijos del Sol verdadero.
Que el fuego llegado de los cuatro horizontes de nuestro mundo ilumine con una llama única este Solsticio de año……. Al advenimiento de nuestro Führer.

RITO DEL FUEGO:

(Si hay número suficiente de varones y mujeres, se deben formar cuatro parejas, situándose estas en los cuatro puntos cardinales alrededor de la pira o cruz, sosteniendo cada pareja una antorcha previamente encendida. S i no, que sean cuatro camaradas, uno en cada punto cardinal Se acercaran a la pira o cruz y le darán fuego (al mismo tiempo.).Si son parejas, l antorcha será sostenida por ambos, el varón con su mano derecha y la mujer con su mano izquierda situada debajo de la del varón. Una vez encendido el fuego, el que dirige dirá):
Miremos con esperanza la llama clara que hemos encendido en esta sagrada noche del comienzo del estío. Esta llama es para nosotros el signo sensible de la Vida; es el reír de Dios sobre la tierra; de un Dios que ha llamado a sus hijos para la luz y la vida frente a las tinieblas y la muerte. A través de la oscuridad resplandece la llama en esta noche llena para nosotros de resonancias ancestrales… Esta llama es para nosotros el símbolo de la unidad indisoluble entre nosotros y el Dios de “ARRIBA”.
¡Mirad como brilla la luz que nos libra de las tinieblas exteriores! aquí apunta ya la aurora de un tiempo radiante. Las puertas del futuro se abren ante aquellos cuyo corazón arde al unísono con el fuego sagrado. ¡ Mirad esta luz que hace vivir la tierra todavía oscura!. La antigua tierra europea responde a nuestra llamada y en esta misma hora miles de fuegos fraternales brillan en todo el mundo ario.


Pero durante mucho tiempo los arios han permanecido sentados en sombras hasta que un día surgió un hombre que los despertó.
Y decidieron dejar de ser unos desarraigados.
Se propusieron, pues, redescubrir sus raíces y reencontrarse consigo mismos.
Apostaron por desempolvar los valores de sus ancestros e insuflarles vida.
Se propusieron pues rescatar la cosmovisión que a sus más remotos padres había dado forma; rescatarla del olvido y del menosprecio a los que el mundo moderno la había sometido.
No dudaron en que , para no sucumbir definitivamente , debía recobrar la fidelidad a su sagrado linaje.
No vacilaron en que la sacra comunión con sus antepasados volvería a iluminar lo más profundo del ser de cada uno de ellos y a iluminar su destino como estirpe.
Percibieron que volverían a encender en su interior la de lo Absoluto si reencontraban el cordón dorado que les entroncaba con sus orígenes Transcendentes.
Rescataron el culto al fuego sagrado porque el fuego sagrado porque esté compartía su naturaleza luminosa con el Sol verdadero.
Y, de esta manera, a través de ritos solares fueron ascendiendo al Conocimiento de la genuina realidad superior de la existencia; una Realidad Suprema que, si se quería acceder a ella, no entendía de lo mutable, de lo impulsivo ni de lo pasional, sino que solo admitía una única vía: la vía activa y majestuosa del autodominio y de la impasibilidad.
Y tras todo ello, supieron que los principios que, en adelante, les harían de guía, faro y eje no serían nunca más aquellos principios nefastos que les habían arrastrado hasta el actual paroxismo, hasta la presente decadencia.
Y así, con convicción, emprendieron el exigente camino.