Los solsticios (del latín solstitium ("Sol
quieto") son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o
menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las
máximas del año, respectivamente.
Astronómicamente, los solsticios son los momentos en los que
el Sol alcanza la máxima declinación con respecto al ecuador terrestre.
En el solsticio de verano del hemisferio norte el Sol
alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Cáncer y en el solsticio de
invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el trópico de Capricornio. Ocurre
dos veces por año: del 20 al 23 de junio y del 20 al 23 de diciembre de cada
año.
A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra
se mueve hacia el Norte y hacia el Sur. La existencia de los solsticios está
provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.
En los días de solsticio, la duración del día y la altitud
del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el
solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. En la mayoría
de las culturas antiguas Paganas se celebraban festivales conmemorativos de los
solsticios.
El solsticio de verano en el hemisferio norte y el solsticio de invierno en el hemisferio austral se celebran del 20 al 23 de junio, siendo el día más extremo del año (luminoso en el norte y oscuro en el sur). Los equinoccios y los solsticios son las cuatro grandes fiestas astronómicas naturales que dictan el paso de las estaciones y ponen límites al año, tradicionalmente celebradas por las culturas vinculadas estrechamente a la naturaleza (lo que hoy se generaliza como "el paganismo").
La palabra solsticio significa "sol quieto" (sol +
sistere: quedarse quieto, en latín), una alusión a la impresión que deja el sol
de quedarse quieto en el cielo justo por encima del trópico de Cáncer en lo que
cambia de dirección.
Tradicionalmente el solsticio de verano es el momento de
máxima energía (la cual desde este punto empieza a descender hasta llegar a la
muerte simbólica del otoño y el posterior renacimiento en el solsticio de
invierno). Por otra parte, la luna llena es también considerada la fase lunar de
mayor energía, si bien estas energías están en signos directamente
opuestos.
El solsticio de verano era considerado el tiempo de la
cosecha, del gozo por lo sembrado, pero no sólo materialmente sino
también espiritualmente. Era así una fiesta de la fertilidad en la que
tradicionalmente se rendía culto a divinidades ligadas a la agricultura. Se
confunde e interpenetra esta fecha con la Fiesta de San Juan, de la misma
manera que el sincretismo religioso romano aparentemente mezcló asimismo la
Navidad (y las saturnalias) y el solsticio de invierno. Entre las religiones
paganas aún existentes se celebra el Midsummer. Esta fecha también es el
momento cúspide del turismo en Stonehenge, pues esta misteriosa construcción
monolítica está alineada con el sol del solsticio de verano.
Siempre recordamos celebrar esta fecha por sobre todo para
concebir el tiempo de una manera orgánica y cualitativa, como un ritmo y una
energía y no como dinero o un proceso inerte meramente cuantitativo. El
solsticio hace tangible la estrecha relación entre el hombre y el cosmos a
través del ritmo y nos permite apreciar con mayor facilidad la polarización
perpetua entre la luz y la oscuridad, una eterna danza.
Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea."
¡Feliz Solsticio!
"Sol Invictus"
Honra a tu Dios Solar
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
EXHORTACIÓN:
¡Camaradas!
Hace milenios, los arios se lanzaron a la conquista del mundo e iniciaron la larga marcha de los pueblos venidos de Hiperbórea. Nosotros que somos sus herederos, renovamos esta noche en antiguo rito de los hijos del Sol verdadero.
Que el fuego llegado de los cuatro horizontes de nuestro mundo ilumine con una llama única este Solsticio de año……. Al advenimiento de nuestro Führer.
RITO DEL FUEGO:
(Si hay número suficiente de varones y mujeres, se deben formar cuatro parejas, situándose estas en los cuatro puntos cardinales alrededor de la pira o cruz, sosteniendo cada pareja una antorcha previamente encendida. S i no, que sean cuatro camaradas, uno en cada punto cardinal Se acercaran a la pira o cruz y le darán fuego (al mismo tiempo.).Si son parejas, l antorcha será sostenida por ambos, el varón con su mano derecha y la mujer con su mano izquierda situada debajo de la del varón. Una vez encendido el fuego, el que dirige dirá):
Miremos con esperanza la llama clara que hemos encendido en esta sagrada noche del comienzo del estío. Esta llama es para nosotros el signo sensible de la Vida; es el reír de Dios sobre la tierra; de un Dios que ha llamado a sus hijos para la luz y la vida frente a las tinieblas y la muerte. A través de la oscuridad resplandece la llama en esta noche llena para nosotros de resonancias ancestrales… Esta llama es para nosotros el símbolo de la unidad indisoluble entre nosotros y el Dios de “ARRIBA”.
¡Mirad como brilla la luz que nos libra de las tinieblas exteriores! aquí apunta ya la aurora de un tiempo radiante. Las puertas del futuro se abren ante aquellos cuyo corazón arde al unísono con el fuego sagrado. ¡ Mirad esta luz que hace vivir la tierra todavía oscura!. La antigua tierra europea responde a nuestra llamada y en esta misma hora miles de fuegos fraternales brillan en todo el mundo ario.
Pero durante mucho tiempo los arios han permanecido sentados en sombras hasta que un día surgió un hombre que los despertó.
Y decidieron dejar de ser unos desarraigados.
Se propusieron, pues, redescubrir sus raíces y reencontrarse consigo mismos.
Apostaron por desempolvar los valores de sus ancestros e insuflarles vida.
Se propusieron pues rescatar la cosmovisión que a sus más remotos padres había dado forma; rescatarla del olvido y del menosprecio a los que el mundo moderno la había sometido.
No dudaron en que , para no sucumbir definitivamente , debía recobrar la fidelidad a su sagrado linaje.
No vacilaron en que la sacra comunión con sus antepasados volvería a iluminar lo más profundo del ser de cada uno de ellos y a iluminar su destino como estirpe.
Percibieron que volverían a encender en su interior la de lo Absoluto si reencontraban el cordón dorado que les entroncaba con sus orígenes Transcendentes.
Rescataron el culto al fuego sagrado porque el fuego sagrado porque esté compartía su naturaleza luminosa con el Sol verdadero.
Y, de esta manera, a través de ritos solares fueron ascendiendo al Conocimiento de la genuina realidad superior de la existencia; una Realidad Suprema que, si se quería acceder a ella, no entendía de lo mutable, de lo impulsivo ni de lo pasional, sino que solo admitía una única vía: la vía activa y majestuosa del autodominio y de la impasibilidad.
Y tras todo ello, supieron que los principios que, en adelante, les harían de guía, faro y eje no serían nunca más aquellos principios nefastos que les habían arrastrado hasta el actual paroxismo, hasta la presente decadencia.
Y así, con convicción, emprendieron el exigente camino.