domingo, 19 de abril de 2020

Dios Sol invictus

 Desde la ciencia nos lo venden al Sol como un gran orbe incandescente, una gran amenaza, un riesgo latente y desconocido. Sus tormentas y eyecciones son tomadas como un ataque, como un riesgo para civilización y nuestra propia salud (en realidad solo pone en riesgo su sistema). Hemos comprado muchos falsos conceptos que otorgan al sol propiedades muy contrarias a las reales. El sol da cáncer, nos quema la piel, nos deja ciegos… infinidad de conceptos erróneos y sin fundamento. El sol no da cáncer, todo lo contrario, sin el sol somos incapaces de procesar el alimento, la radiación solar es la base de nuestra alimentación y sin su radiación nos marchitamos, entramos en cuadros depresivos y nos apagamos lentamente. El sol nos quema tras una exposición prolongada, sí, pero solo porque nos manipularon para evitar nuestra exposición al sol, los melanomas, los crean los químicos que contienen las cremas de protección solar, junto con la influencia de los químicos que portan los alimentos procesados. El sol es nuestro aliado y debemos preguntarnos porque de entre todos los seres que habitamos el planeta, es la piel humana, la única que se quema al exponerse a su luz.

La radiación solar está íntimamente relacionada con la activación pineal, sin sol esta glándula se marchita y se atrofia, empezamos a dormir mal, a no descansar… somos seres diurnos y necesitamos sol, como todos los seres vivos que habitan esta tierra, por muy inteligente que te creas, tu metabolismo necesita los mismos nutrientes que una planta, agua, sol y sales minerales. Aparte de la acción de diversos químicos camuflados en la alimentación industrial, la falta de sol es lo que provoca que nuestra glándula deje de funcionar correctamente, nos tapamos nuestros ojos con gafas oscuras y cubrimos nuestras cabezas con gorras y con ello nos privamos de los beneficios que aporta la radiación solar sobre nuestra pineal. El sol es el peor enemigo, de nuestros enemigos. El sol, es el que nos ayudara a derrocar el nuevo desorden mundial que nos querían implantar, es un elemento fundamental con el que debemos empezar a contar como afín a nosotros. No es difícil encontrar una relación en la simbología religiosa, donde el Sol y la glándula pineal forman parte de la adoración oculta, no siendo quizás una "adoración" sino una señal de la forma correcta de hallar la verdadera senda, el verdadero conocimiento.

Otro de los engaños fue que nos vendieron el sol como una inmensa bola de fuego y no es así, el sol no arde, ni tiene ningún tipo de incandescencia, esto es bastante improbable, por no decir imposible. El sol no es un orbe incandescente, el fuego no es un elemento natural, por lo tanto, no existe ningún orbe que genere fuego o incandescencia, es un orbe compuesto de distintos tipos de plasmas, aparte de esto, el sol es una gran conciencia, que irradia toda la materia a su alcance y que gracias a ello se crea la vida. Su radiación es vida, su energía la forma la misma sustancia de la que estamos hechos, nosotros somos pequeños soles irradiando energía constantemente y de forma ilimitada, por eso nos retroalimentamos con la energía solar, por eso todos los seres vivos la necesitan y viven gracias a ella. No confundir esto con el “sungazing” o cualquier ritual solar que nada tienen que ver con esto. El Sol, como todo lo que existe en este planeta, puede ser positivo o negativo dependiendo de su uso.

La energía solar es fría en su origen, nosotros la percibimos caliente, porque nos llega tras haber atravesado nuestra atmósfera, lo que provoca que exista fricción y las partículas irradiadas se calienten cuando llegan finalmente a nosotros totalmente ofuscadas. Si fuera caliente como creemos comúnmente, los astronautas no tendrían que protegerse de las bajas temperaturas que hay en el espacio abierto. A mayor altitud menos fricción encuentra la radiación, por lo tanto, menor temperatura, esto es algo que no necesita ningún estudio, es puro sentido común, que la luz solar nos llegue caliente es solo la consecuencia de la fricción al entrar en nuestro entorno, igual que cualquier objeto que entre en nuestra atmósfera acabara por calentarse y finalmente desintegrarse debido a esta fricción, algo así como un efecto lupa.

El sol es el elemento principal que provocara el cambio de conciencia en el Ser humano, su radiación ira creciendo exponencialmente y sus tormentas provocaran eyecciones superiores a las registradas, seremos irradiados irremediablemente y nada podrá evitar esto. Solo los que vivan en el miedo y el apego a la materia, serán incapaces de modificar su estructura conciencial y preferirán ser evacuados o vivir en una cueva. Una vez seamos bañados por esa luz, se activarán todas nuestras glándulas cerebrales, se activará nuestro ADN y catalizaremos de distinta forma la energía que recibimos y emitimos, ya no seremos emisores de baja frecuencia, por lo tanto, ya no seremos un recurso aprovechable, para los entes regresivos que nos pastorean. Las bajas emisiones basadas en el miedo, la ira o la rabia, dejaran de pertenecernos, nos desprenderemos de todas las bajas emociones y sus bajas emisiones, cambiaremos de frecuencia y nos transformaremos completamente, despertando por fin todas nuestras capacidades castradas.

Por fin nos saltaremos todos los controles. Tras la vida física, nuestra conciencia volverá a unirse a la conciencia solar, que es nuestro padre. El sol siempre fue adorado como un Dios en la antigüedad, porque es nuestra conciencia padre, igual que nuestro planeta es nuestra conciencia madre. Nos impidieron volver al sol reencarnando inútilmente una y otra vez, en un ciclo artificial, que caerá y propiciará que volvamos a unirnos con la conciencia solar que baña nuestros amaneceres físicos. Nos tumbamos al sol instintivamente, sin percatarnos que añoramos su abrazo, su caricia en la piel, su calor real.

Esto no será general, aunque nos afecte directamente a todos, todos no mutaremos, debido a que muchos aún viven operativos únicamente gracias a su cerebro reptil. Viven conformes a las formas más primarias de existencia, las más instintivas, las más básicas. La territorialidad, la supervivencia, la competitividad y la filiación, aun forman parte de ellos y no comprenderán este salto. Unos recibirán y aceptaran la verdadera luz que llega a ellos, y otros la temerán y se refugiaran de ella. Posteriormente una vez amaine la tormenta, aquellos que prefirieron no afrontar su miedo, tendrán que esperar al próximo episodio lo que quizás les acarreé una espera de miles de años, pero esto da igual al fin y al cabo no existe el tiempo ¿no?

Quizá esto sea solo una creencia personal sin fundamento, una conjetura, algo que ni siquiera podría ser llamado hipótesis, porque estamos tan empapados de hechos futuribles, que finalmente no llegaron, que pensar que algo tan sencillo como transformarnos al sol, no puede ser tomado en cuenta y es lógico pensar así. Nada ni nadie deben convencerte de ninguna verdad, esto es solo una apreciación y si al final el sol es nuestro hogar, nuestro remanso tras la muerte, es algo que con el tiempo se verá. La luz verdadera, la luz que irradiamos es tomada de la fuente, pero nadie te dijo de donde manaba esa energía, no nombraron esa conexión, nos la describieron, pero jamás la ubicaron, como pensar que algo que está ahí encima nuestro a diario es el nudo neuronal al que estamos unidos, es el núcleo más próximo que nos une a Dios. Esa conciencia que llamamos Sol es el fractal divino más evidente, el a su vez está conectado al nudo solar de la galaxia y este a su vez al nudo solar del universo. La matriz universal es tal cual, a una red neuronal, nosotros somos nodos interconectados a un nodo principal y a su vez este a otros. La física más avanzada nos expuso esto, porque seguimos pensado que la espiritualidad no es física, porque seguimos creyendo que una vez dejamos este plano físico, nos vamos a otra dimensión, cuando quizá no es así, el espacio es el mismo y el entorno en el que nos movemos también.

Cuando acabes de rendir cuentas aquí, cuando tu trabajo aquí se haya finalizado, la única luz a la que debes partir es a la que emite el Sol, que es la conciencia que rige nuestro sistema, es desde donde podrás partir al lugar del que viniste si así lo deseas, allí recobraras tu memoria, tu verdadera identidad y tu verdadera esencia, desde allí volverás a Ser. Anatemizaron el sol, nos despegaron de él, nos obligaron a temerlo, a rehuirlo. Utilizaron toda la tecnología a su alcance para evitar que su luz llegara a nosotros, encapotaron los cielos, nos obligaron a defendernos de un ataque que jamás existió. El sol es más que una estrella, es una puerta abierta al cosmos y es a él, donde debemos enfocar nuestra voluntad a la hora de partir.

La Cosecha de Almas - Rubén Torres Sierra

jueves, 2 de noviembre de 2017

EL MITO DESARROLLA LA PERCEPCIÓN MÁS ALLÁ DE LA PSIQUE



EL MITO Y EL MISTERIO FOMENTAN EL DESARROLLO DE OTRO TIPO DE PERCEPCIÓN, MÁS INTUITIVA E IMAGINATIVA, QUE EL PARADIGMA CIENTIFICISTA NO PROVEE. EN ESTE SENTIDO DEBEMOS RECUPERAR A LOS DIOSES QUE HABITAN EN NUESTRA PSIQUE.

Los griegos soñaron con sabiduría, los romanos con imperios, cada cual acorde a su naturaleza. Un pueblo filosófico tiene sueños filosóficos, por eso los mitos griegos son sueños filosóficos, y contienen una iniciación filosófica, un sistema de pensamiento y relación simbólica con la naturaleza, una cosmología.  ~ Manly P. Hall ~

El hombre moderno suele considerar los mitos como una extravagante forma de entretenimiento que poco tiene que ver con su vida o como una curiosidad del intelecto primitivo que el conocimiento científico ha vuelto obsoleta. Se asume que los datos fácticos o las evidencias son superiores y debemos basar nuestra educación en ellos. Regirnos por lo que es claro, contundente y no admite diferentes interpretaciones. Esto, sin embargo, es un tanto arrogante y al despreciar al mito como forma de conocimiento, perdemos una importante herramienta educativa y un modelo o un mapa alterno para practicar otras formas de ver y experimentar el mundo.

Que el mito sea para nosotros solamente una curiosidad antropológica --a lo mucho un pasatiempo de arqueología de la psique-- y no una continuidad epistemológica viva, tiene que ver con el actual paradigma científico y la educación positivista en la que se busca eliminar todo lo misterioso. El mito está estrechamente ligado a lo misterioso, y lo misterioso es la antítesis del modelo epistemológico actual. Esto es porque lo misterioso está asociado con la ignorancia y la superstición, algo que es sobre todo un prejuicio; la razón moderna no se siente cómoda lidiando con lo metafórico, lo ambivalente y lo paradójico, necesita definir la realidad como una cosa definitiva, tangible y siempre igual (podríamos decir que ante el misterio, el pensamiento moderno siente pánico: esa sensación que viene del dios Pan, figura que luego convertiríamos en el Diablo). Lo misterioso es lo que está oculto (de la misma raíz de lo místico), lo que en un principio yace desconocido, aquello que no se revela inmediato o en la superficie y que por lo tanto requiere de una exploración más profunda -a veces una iniciación o un cambio de conciencia. Es decir, requiere una transformación, una participación activa en el sujeto que conoce y no sólo la memorización de datos o el ejercicio de la lógica. Cotejamos aquí a la gnosis (que se basa en la idea de que quien conoce adquiere la esencia de lo que conoce) con el conocimiento propio de los sofistas o de los retóricos que construyen perfectos argumentos o acrobacias discursivas sin darle importancia a la experiencia del conocimiento. El paradigma científico basado en el modelo de la física clásica supone que no hay nada misterioso en el universo, la naturaleza entrega sus secretos con celeridad a la mente que asume el papel de "conquistador" de la materia y concibe al mundo como una máquina inerte al servicio del indetenible progreso humano. Pero, ante esta luz racionalista, opongamos al oscuro Heráclito, quien escribió famosamente: "la naturaleza ama ocultarse". Y es que tal vez la naturaleza, al ocultarse, nos pide que juguemos una especie de juego cósmico de escondidas para el cual es necesario suspender nuestros prejuicios y creencias y seguirle la corriente. Podemos obligarla a des ocultarse tirando explosivos para minar el oro y la plata de sus entrañas o podemos internarnos en la oscuridad de sus cuevas y vivir su misterio.



LA NATURALEZA COMO FABULACIÓN

Para entender la función del mito o incluso la necesidad de su supervivencia como parte de un equilibrio psíquico es útil revisar la cosmogonía antigua, de la cual nace el pensamiento mítico, y compararla con el pensamiento científico moderno. Podemos pensar que nuestra mente es mucho más sofisticada que la mente de los antiguos griegos o egipcios (y quizás lo sea en el sentido meramente sofístico), pero quizás no hayamos evolucionado tanto en nuestra capacidad de pensar simbólica, intuitiva y analógicamente. Los griegos, los indios y los egipcios, por citar los ejemplos más conspicuos, tenían una profunda tradición de concebir las cosas a través de fábulas y símbolos, mientras que nosotros tenemos una tendencia al pensamiento literal, reduccionista y mecanicista, en parte debido a más de 2 mil años de la lógica aristotélica que impide que algo sea más de una cosa, esto y no lo otro. "De la misma forma que los jeroglíficos precedieron a las letras, también las parábolas fueron antes que los argumentos. E incluso ahora, si uno quiere iluminar con nueva luz un tema en la mente de los hombres, y eso sin ofensa y rigidez, debe hacerlo por la misma vía e invocar la ayuda de la similitudes", escribe Francis Bacon. El símil es lo mismo un recurso poético que un recurso del misticismo, como queda claro en el fundamento del pensamiento hermético, el símil de símiles: "como es arriba, es abajo" o lo que es lo mismo como es el cosmos, es el hombre o también el hombre es un pequeño universo. La anterior frase tiene poco valor para un argumento científico, que la consideraría imprecisa; podría servirle a un físico como inspiración para imaginar una teoría, pero nunca podría hacer referencia explícita a esta idea de poder ver en un cuerpo humano los movimientos de los planetas, por ejemplo, o de intuir que existe unidad y simpatía en todas las cosas. La misma frase, por otro lado, tiene una gran utilidad filosófica y espiritual como un principio que llama a tener una experiencia individual de esta similitud.

Hablando sobre el sistema mítico-filosófico de los griegos, Manly P. Hall dice: "todas las fábulas provienen de la fábula más grande de todas: la Naturaleza". Hall usa "fábula" casi siempre como sinónimo de mito, y podemos apreciar aquí una idea muy distinta de la concepción de la naturaleza que tenemos actualmente. Para los antiguos la naturaleza es la capa más densa de la mente, pero sigue siendo res cogita  y está animada, por lo cual es un proceso que comunica, aunque secretamente, una historia (la etimología de "mito" es: historia, relato, habla, palabra). Hay otra idea oculta aquí también, y es que la naturaleza es el artificio del espíritu (o el símbolo del espíritu, según Emerson), ya que la materia no está separada --o lo está sólo ilusoriamente-- del espíritu: es correlato de lo divino, es el vehículo de la conciencia para aparecer en el mundo (soma es el sema del alma, dice Platón) por lo cual es una especie de sustancia fantasmagórica, volátil, manipulable, de gran (psico) plasticidad, "such stuff as dreams are made on", como dice el hechicero Próspero en La tempestad. La naturaleza es esencialmente fabulosa y fantástica; la materia es la tela caleidoscópica de Maia. El que hoy hayamos identificado el mito con la mentira y la falsedad dice mucho de nuestra cosmovisión: creemos que la naturaleza es muda y por lo tanto su mito, sus palabras e historias deben de ser falsas, puesto que no tiene inteligencia, alma o significado. Dialogar con la naturaleza es hoy en día un signo de locura, la esencia de la irracionalidad. Valdría recordar aquí, como encantamiento contrapuntístico, la mítica frase de Adorno: "El arte es magia liberada de la mentira de ser verdad". O tejiendo aún más la madeja del mitologema fractal, James Hillman: "De la misma forma que las verdades son las ficciones de lo racional, las ficciones son las verdades de lo imaginal".


Esta es la diferencia fundamental del pensamiento antiguo, que el mundo imaginal no es tenido solamente como una fabricación del pensamiento humano. El alma y la imaginación existen en la naturaleza o, quizás mejor dicho, la naturaleza existe dentro de la mente (nous): es su mito, la fábula suprema, que cuenta una misma historia una y otra vez con leves variaciones. Hillman, siguiendo el eide platónico, nos pide considerar la posibilidad de que el cuerpo sea una imagen o una sombra del alma y no al revés. Manly P. Hall señala: "La naturaleza nunca habla de manera determinada: 'haz esto o no hagas esto otro', presenta espectáculos, imágenes no literales". Los que buscan respuestas deben dejarse seducir por el misterio y penetrar el mundo de la imaginación: "Los hombres que buscaban su propio destino y significado tenían que peregrinar en la noche, en el desierto, y pedir al fuego revelación, las respuestas llegaban en los sueños, en el contacto con el subconsciente". Este es el estado de ánimo en el que nos sitúa el mito, que según Joseph Campbell "es el sueño colectivo de la humanidad", mientras que los sueños individuales son "mitos privados". Los sueños colectivos de los griegos, los mitos, son sueños esencialmente filosóficos, una filosofía que  nace también  del mundo imaginal.

Es probable que exista un paralelo entre la irrelevancia que nuestra cultura otorga al mito y la poca importancia que usualmente le damos a nuestros sueños. Pese a que buena parte --y probablemente la más rica-- de nuestra vida psíquica ocurre oníricamente, la gran mayoría de nosotros no considera que los sueños son una vía legitima --y mucho menos vía regia-- de conocer el mundo. Creemos a lo mucho que los sueños nos revelan cosas de nuestro pasado, traumas, represiones, deseos insatisfechos, etc., pero siempre cosas de nuestra vida despierta; no consideramos la posibilidad de que su narrativa sea una historia coherente en sí misma, dueña de una voz propia; si la comparamos con la narrativa de nuestra vigilia resulta aberrante, absurda y a fin de cuentas prescindible. Es decir, descalificamos de entrada el lenguaje y la propia forma de articularse de los sueños, no le conferimos agencia y le exigimos al sueño que se explique en términos del ego y de la vigilia, evangelizando a los monstruos (y ángeles) de la noche con la aniquiladora luz del día. Pero, como dijimos anteriormente de la naturaleza, Hillman nos sugiere la idea de que más que nosotros tengamos sueños, como pensamos siempre ya despiertos, los sueños nos tienen a nosotros: en el sueño viajamos al inframundo, nos encontramos en la mente de Hades y estamos sujetos a sus leyes imaginales. Los budistas explican que no hay un pensador detrás de los pensamientos, es una ilusión de la mente que "tengamos" pensamientos, en todo caso el pensamiento nos tiene a nosotros, es la experiencia misma la que experimenta a través de nosotros.

Todo esto para llegar a un principio de revaluación práctica del mito, no sólo ya teórico (es decir no sólo la visión mística, también la experiencia y el acto de resonancia moral que resulta del entendimiento que se practica). En su Poética, Aristóteles señala que el mito es "el principio" y "alma de la tragedia". Siguiendo el tema que hemos desarrollado, podemos extrapolar y decir que una educación que le dé importancia al "alma", y tenga conciencia trágica (y por lo tanto estética) debe considerar al mito como parte fundamental de su didáctica. Dicho de otra forma, siempre y cuando le demos importancia a las historias, a los relatos y a las narrativas (a lo que hoy llamamos "contenido") y les asignemos un valor estético y moral, el mito debe tener un papel central. Actualmente la mayoría de las personas reconoce el "poder de la historias" como elemento de contacto humano y de transferencia empática. El mito, sin embargo, conlleva algo más que una simple historia, nos habla de un misterio, de una iniciación y de una participación activa en el conocimiento. Lo mítico está ligado indisociablemente a lo mistérico. Manly P. Hall nos dice que "los mitos son el registro eterno de la vida psíquica del hombre" y también son "la historia intuitiva del Ser". El mito tiene entonces el poder no sólo de involucrarnos con una historia, sino de referirnos a las historias que tienen alma y que han superado el paso del tiempo (porque tienen alma). El mito nos acerca al origen insondable; se ha dicho que el mito es "la historia de la prehistoria" y "aquello que nunca pasó pero sigue pasando". ¿Qué es aquello que nunca pasó pero sigue pasando? Esto no es algo que podamos entender con un pensamiento lógico-racional y, sin embargo, la idea nos seduce, nos pide resolver un enigma, nos confronta de nuevo con lo mágico-maravilloso, con las centellas de la fragua del demiurgo. El mito es también lo enigmático, la existencia como seducción misteriosa, la esfinge en los huesos del hombre.


UNA EDUCACIÓN CON ALMA ES UNA EDUCACIÓN CON MYTHOS

El valor didáctico y hasta heurístico de los mitos está en que invitan a un proceso de misterio y desvelo. A diferencia de cuando a un estudiante se le dice que memorice algo para un examen, un mito lo presenta con un reto de conocimiento, donde siempre es posible que no encuentre la respuesta. E incluso, de encontrar esa respuesta, no podrá estar seguro de tenerla de la misma forma que se tiene una evidencia científica. Sólo podrá intuir que sabe el significado del mito o que ha podido vislumbrar su esencia, es otro tipo de certeza. Dice Manly P. Hall: "los hechos provocan aprobación o rechazo, son una superficie plana... el conocimiento obvio no es controversial ni estimulante". Y "la educación moderna produce estudiantes que memorizan hechos, pero no son intrigados a explorar los misterios detrás de los hechos". El paradigma moderno considera sólo el mundo del fenómeno pero no le da cabida al mundo del noúmeno. El mito fomenta un tipo de pensamiento que se pregunta "¿qué significa esto?" o "¿de qué es símbolo este fenómeno?" y se interesa, a su vez, por la belleza, por la "luz interna" que puede transmitir una historia, porque en ello está también su verdad. Agrega Hall: "En tiempos pasados los hombres anticipaban ser excitados en su imaginación para resolver cosas extrañas y desconocidas, así desatando los poderes de la conciencia". En otras palabras, el mito está cerca de una forma de percepción que no separa el ejercicio intelectual del instinto y la intuición. Es decir, el mito es una especie de lenguaje del alma. El historiador alemán Walter Otto nos dice que el gran filólogo Christian Gottlieb Heyne comprendió que los mitos son "el lenguaje primordial de los espíritus, que sólo mediante imágenes y metáforas sabían expresar su emoción ante las grandiosas formas de la realidad universal".

Por último quiero aclarar, por si no fuera evidente, que los griegos --y algunas otras civilizaciones antiguas-- llegaron a una refinación del pensamiento, que aquí llamamos mítico pero que en su época no estaba dividido del "Logos" que en Occidente se convirtió en la razón cartesiana, que les permitió percibir a los dioses de los mitos como símbolos y arquetipos de principios y procesos cósmicos. Comprender, como queda claro en el diálogo platónico de El Banquete, por ejemplo, que Eros es un estado mental y a la vez un dios y un principio motor del mundo y puede ser todos estos sin contradicción porque es una manifestación de la unidad que se proyecta a sí misma en la multiplicidad del mundo, es una rutilante prefiguración de los arquetipos y el inconsciente colectivo de Jung. Estamos aquí ante  la cumbre del pensamiento simbólico. Platón no creía literalmente que Afrodita nació de los genitales de Urano (el cielo) lanzados al océano (esto es una alegoría del Alma increada que viene del cielo) o que Prometeo robó literalmente el fuego divino y luego fue encadenado a una piedra para que un águila devorara su hígado por la eternidad, sabía que estas fábulas describían procesos cósmicos y eran metáforas y analogías didácticas que codificaban un sistema de conocimiento (una paradosis). "Los griegos sabían que estos mitos eran los revestimientos o sombras de verdades filosóficas, en las que cosas difíciles de comunicar eran arcanamente intimadas excitando los poderes intelectuales del hombre para que contemple los misterios universales", dice Hall. Por eso los mitos estaban tan ligados a los ritos iniciáticos, como es el caso de los misterios de Eleusis y el rapto de Perséfone. Esto es algo que hemos perdido hoy, la iniciación como conducto de hacer de la filosofía y el conocimiento no sólo verbosidad y techne, sino experiencia viva, transformación del individuo. La preocupación de Sócrates se ha confirmado, al parecer los sofistas llevan ganada la partida.

Hermes vio la totalidad. Habiendo visto, entendió. Habiendo entendido, tuvo el poder de revelar y mostrar. Y así, lo que supo, lo escribió. Lo que escribió, mayormente lo ocultó, manteniendo silencio, en lugar de hablar en voz alta, de tal manera que cada generación que viene al mundo debe de buscar estas cosas.  
~ Kore Kosmou ~


De http://pijamasurf.com

Twitter del autor: @alepholo


sábado, 30 de septiembre de 2017

Hipótesis sobre la función de los Sueños, no adherida al Materialismo Científico:



El estado R.E.M en el que se presentan sueños vívidos es un misterio para la ciencia. Dormir es biológicamente necesario y cumple con una función más o menos obvia, pero soñar es distinto; en primera instancia no tiene una explicación evolucionista muy clara. Es un tanto extraño, ¿por qué los seres humanos y algunos animales cuando duermen experimentan realidades alternas, todas las noches su cerebro se convierte en un proyector holográfico de películas con una narrativa ilógica?

Existen, por supuesto, varias teorías científicas sobre por qué soñamos, ninguna aceptada completamente, aunque algunas más interesantes que el reduccionismo de que el soñar es algo que se produce aleatoriamente en el transcurso de la evolución, un epifenómeno de la materia que no tiene ningún significado. Teorías más o menos recientes han considerado la posibilidad de que los sueños tienen la función de ayudar a procesar emociones, crear escenarios para que ensayemos soluciones a problemas y consolidar aprendizaje. La psicología, a partir de Freud, ha concebido a los sueños como irrupciones de material inconsciente que puede usarse para entender los procesos de la psique, las motivaciones y deseos ocultos que dominan nuestra vida sin que seamos conscientes de ello. 
Carl Jung, por ejemplo, entendió que los sueños podían usarse para sanar e integrar la psique y contenían, como si fuere, una mensajería del alma codificada en un lenguaje simbólico. En esto no es del todo original; filósofos antiguos vieron el mundo onírico como un reflejo de la espiritualidad, un tema común a todas las religiones; el neoplatónico Sinesio, por ejemplo, consideró que los sueños podían trabajarse y purificarse para reflejar, al volverlos un límpido espejo, del mundo divino.  


Desde una dimensión espiritual del ser humano, es desde donde podemos entender la función de los sueños.

A diferencia de la visión materialista-evolucionista, para diversas tradiciones religiosas, la conciencia no es el resultado de la evolución de la materia, sino que la materia es causada por la conciencia; los científicos materialistas creen que la conciencia es una ilusión que genera la materia; de manera exactamente opuesta la filosofía espiritual de tradiciones como el budismo o el hinduismo o el platonismo cree que la materia es el espejismo de la conciencia, la percepción errónea de la realidad que se genera por la ignorancia.
Así entonces la conciencia está en el principio de la evolución y la evolución no es más que un regreso a o un reconocimiento de la naturaleza original que es la conciencia. En este sentido la evolución es también una ilusión, o una verdad relativa que sólo existe mientras prevalece la ignorancia de la condición original que es la conciencia pura.
Así podemos hablar de una función evolutiva de los sueños desde una perspectiva relativista solamente: los sueños ayudan a reconocer la condición original mostrando la naturaleza ilusoria de los fenómenos, los cuales son tomados como reales, sustanciales y separados en una dualidad sujeto-objeto. Los sueños, como creen algunos científicos, sí son escenarios para resolver problemas y ensayar hipótesis, y el conocimiento que revelan es el de que el mundo que experimentamos es producido por nuestra mente. 

La inquietante pregunta que se produce naturalmente en el soñador, quien reconoce al despertar que lo que soñó fue producido por su propia mente, es sí el mundo aparentemente externo e independiente que llamamos vigilia no es también dependiente a su mente, de ciertas causas y condiciones que no pueden separarse de su propia mente y sus actividades mentales pasadas (o, según el budismo, su karma). Y entonces una luminosa posibilidad, una pregunta y un anhelo ¿podría cesar todo el peso opresivo de la realidad de la vigilia cuya naturaleza esencial parece ser la insatisfacción, si, de la misma manera que en los sueños, sólo notamos que nosotros estamos produciendo los fenómenos que percibimos como externos con nuestra mente?
Esta es en gran medida la pregunta que brota espontáneamente en el famoso sueño de Chuang Tzu:
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.
Esta duda ontológica es algo que ocurre naturalmente, no es el resultado de una elaboración filosófica compleja; si nos puede parecer radical es sólo porque estamos muy acostumbrados a tomar el partido de la vigilia. Creemos que la vigilia es real porque supuestamente está poblada de objetos independientes y sólidos que pueden ser verificados por las demás personas. Sin embargo, todas las cosas que vemos las vemos solamente a través de nuestra conciencia, no en sí mismas, son una interpretación, no algo que tenga existencia intrínseca ("la materia es una opinión, la sustancia un rumor", ha dicho David Chaim Smith). Y aunque las personas puedan más o menos coincidir que ven lo mismo que nosotros en sus descripciones conceptuales de los objetos, no sabemos realmente si ven lo mismo que nosotros, sólo que tienen conceptos similares para describir las cosas que vemos. No hay forma de transferir experiencia porque siempre vemos nuestra propia conciencia. 


El maestro budista y físico, Alan Wallace explica:
Los sueños lúcidos proveen el escenario ideal para examinar la naturaleza esencial de los sueños y la realidad y la relación entre el estado de sueño y la vigilia. Según investigación científica, la principal diferencia entre los sueños y la imaginación y la percepción de la vigilia, es que las experiencias de la vigilia son directamente excitadas por los estímulos del mundo externo, mientras que la imaginación y los sueños son creaciones irrestrictas, libres de las influencias físicas y ambientales. Para el pensamiento budista, sin embargo, la ciencia occidental sólo cuenta la mitad de la historia. El budismo y la ciencia, ambos, están de acuerdo en que aunque objetos visuales, sonidos y sensaciones táctiles del mundo alrededor parecen existir allá afuera, no tiene existencia separada de nuestra percepción consciente de ellas. PERO EL BUDISMO AÑADE QUE LA MASA, ENERGÍA, ESPACIO Y TIEMPO COMO SON CONCEBIDOS POR LA MENTE HUMANA, TAMPOCO TIENEN EXISTENCIA SEPARADA DE NUESTRA CONCIENCIA CONCEPTUAL DE LAS MISMAS --NO MÁS QUE NUESTROS SUEÑOS CADA NOCHE–. TODAS LAS APARIENCIAS EXISTEN SÓLO EN RELACIÓN A LA MENTE QUE LAS EXPERIMENTA, Y TODOS LOS ESTADOS MENTALES SURGEN EN RELACIÓN A LOS FENÓMENOS EXPERIMENTADOS. Vivimos en un universo participatorio, sin sujetos y objetos absolutos. Con este énfasis principal en la naturaleza ilusoria tanto de la realidad de la vigilia como la de los sueños, los budistas tibetanos formularon un sistema de enseñanzas llamado "yoga de los sueños" hace más de mil años, el cual usa el poder de los sueños lúcidos para deshacer las ilusiones y abrir una puerta a la iluminación.

Esta es otra de las particularidades de los sueños que son difíciles de explicar desde una perspectiva materialista evolutiva: tenemos la capacidad de darnos cuenta de que son sueños y seguir soñando, cobrar lucidez. Cuando esto ocurre el individuo puede hacer todo tipo de experimentos sobre la naturaleza del espacio onírico (y de hecho algunos experimentados soñadores lúcidos los hacen). El sueño provee un escenario inicial para explorar la naturaleza ilusoria de la realidad; una investigación que luego puede trasladarse al plano de la vigilia. El resultado del experimento, en el flash del conocimiento, es el despertar en un continuum más allá del sueño y la vigilia.

El budismo tibetano enseña que de la misma manera que los sueños aparentan ser reales mientras seguimos soñando, la realidad también aparenta ser real solamente mientras tenemos una percepción ilusoria de la misma. Se cree que de la misma manera que nuestras experiencias despiertas afectan el contenido de nuestros sueños, las experiencias que vivimos en los sueños pueden afectar nuestra experiencia en la vigilia. Por ejemplo, una pesadilla puede afectarnos después de que hemos despertado creando una serie de emociones negativas, tensiones y una influencia inconsciente en nuestro estado mental despierto. Nuestro dualismo es tal que los dividimos tajantemente, como si fueran dos mundos cerrados y separados el uno del otro, generalmente identificándonos con la vigilia, la cual arbitraria y convencionalmente designamos como real (y los sueños como irreales).

En sus enseñanzas orientadas a la iluminación o la liberación, el budismo mahayana considera que el entendimiento de que todos los fenómenos son ilusorios (son como sueños) es la perspectiva correcta que produce lo que llama bodhicitta absoluta, literalmente la mente del despertar, igual al Buda.

El maestro budista Dzigar Kongtrul hace un comentario a uno de los eslogans del lojong en su libro Intelligence of the Heart:

Los eslogans de la bodhicitta absoluta nos dan un método paso a paso para entender la vacuidad en niveles progresivamente más sutiles. Este eslogan nos pide que observemos las características de nuestros sueños y veamos lo que tienen en común con nuestra experiencia en la vigilia. Los sueños sólo ocurren bajo ciertas condiciones. Sólo podemos experimentar un sueño cuando estamos dormidos. Esto significa que los sueños no existen "allá afuera" por su propia cuenta. Sólo aparecen cuando una persona entra en un estado mental particular. Esto es bastante obvio en el caso de los sueños, pero, ¿cuándo se trata de nuestra experiencia despierta? Cuando estamos dormidos, nuestros sueños nos afectan y convencen de su realidad porque no nos damos cuenta de que estamos soñando. Similarmente, cuando estamos despiertos, estamos convencidos de que las cosas son reales porque no nos damos cuenta de que estamos malinterpretando lo que estamos percibiendo. De la misma manera que los sueños son una función de nuestro estar dormidos, los fenómenos diurnos son una función de nuestra falta de entendimiento. Durante el día tenemos varias percepciones que consideramos como "realidad". Por ejemplo, vemos una mesa. Pero nuestra experiencia de la mesa no está basada en ver lo que está ahí. Está basada en ver lo que pensamos que está ahí. Vemos la mesa como un objeto inmutable. Aunque estamos conscientes de que en algún punto la mesa envejecerá y eventualmente será destruida, vemos la mesa de hoy igual que la mesa de ayer o la de mañana. Pero esto no es verdad. Para que la mesa envejezca debe cambiar cada instante. Al darle a este fenómeno, que es un cambio continuo, el nombre de mesa, estamos tratando de fijar con lenguaje algo que no puede ser fijado. Si una mesa no permanece igual, ni siquiera un instante, siempre se está convirtiendo en un nuevo objeto.

Una de las razones por las cuales el budismo sostiene que la realidad es como un sueño es porque las cosas están vacías de existencia intrínseca, no son substanciales (las cosas están hechas de átomos, pero los átomos no son cosas, son sólo potenciales de energía) y dependen de ciertas causas y condiciones de la misma manera que los objetos de un sueño dependen de ciertas causas y condiciones dentro de la mente del soñador. 


El maestro de la tradición nyingma del budismo tibetano, Thinley Norbu Rinpoche explica la función del sueño en su libro White Sail: "La esencia de la práctica del sueño es ver que los fenómenos de la vigilia tienen las mismas cualidades ilusorias de los sueños". Esta práctica tiene dos aspectos, sueños lúcidos dormidos, y sueños lúcidos en la vigilia. En la primera, lo que se conoce simplemente como sueños lúcidos, el practicante del yoga de los sueños entra al sueño sin perder la conciencia --utilizando alguna técnica de visualización y concentración, como puede ser enfocarse en una luz en su corazón. Durante el sueño, consciente, se estabiliza en esa luminosidad y luego disuelve toda su experiencia onírica en la luz: "gradualmente disolvemos sueños positivos y negativos en un espacio luminoso inmaculado", dice Thinley Norbu. Durante el día, el practicante del yoga de los sueños, se recuerda a sí mismo que los fenómenos que experimenta no son reales, tienen existencia independiente. Hace lúcida la realidad, notando su vacuidad. Borges curiosamente entendió esto muy bien, en su ensayo sobre el budismo señala: En los monasterios budistas uno de los ejercicios es este: el neófito tiene que vivir cada momento de su vida viviéndolo plenamente. Debe pensar: "ahora es el mediodía, ahora estoy atravesando el patio, ahora me encontraré con el superior", y al mismo tiempo debe pensar que el mediodía, el patio y el superior son irreales, son tan irreales como él y como sus pensamientos. [...] debemos llegar a comprender que el mundo es una aparición, un sueño, que la vida es sueño. Pero eso debemos sentirlo profundamente, llegar a ello a través de los ejercicios de meditación.

En prácticas de meditación más avanzadas, como las que son parte del dzogchén, el practicante disuelve también el mundo exterior de los fenómenos en el espacio no-dual de la conciencia. Deja de experimentarse como un sujeto separado que experimenta objetos y logra la comprensión de la inseparabilidad de la conciencia primordial y los fenómenos. Este es el misterio de qué el mundo es vacuidad y sin embargo se manifiesta, aparece. El soñador entonces despierta en el sueño, pero no deja de seguir experimentando las apariciones del sueño. Lo que cambia es que éstas ya no le producen angustia, miedo, apego o demás sensaciones, de la misma manera que una serpiente deja de ser percibida como una amenaza cuando descubrimos que era una cuerda. "Si hemos reconocido que todos los fenómenos son la aparición insustancial, abierta y desapegada de la conciencia primordial, entonces, todo se libera", dice Thinley Norbu. Este es el ejemplo primordial de como la verdad libera. Los fenómenos se convierten entonces, desde la mente que se ha reconocido como el soberano del sueño, en gnosis, dicha y gozo estético puro.  Un néctar infinito del cual todo soñador lúcido ha probado una primera gota.

En resumen, la ciencia moderna no ha logrado explicar la función de los sueños. Pero en el Tíbet, hace alrededor de 1200 años --siguiendo lo desarrollado por el Buda Shakiamuni hace 2500 años--, llegaron a una conclusión que puede iluminar este misterio.
- Los sueños nos hacen probar cómo la mente puede generar todo un mundo complejo que tomamos como independiente de nosotros mismos. Que podemos engañarnos de tal forma que pensemos que lo que vivimos tiene una existencia intrínseca separada de nuestra propia mente y, como tal, es capaz de generar toda una serie de eventos más allá de nuestro poder, que nos hacen sufrir. - Claro, luego despertamos y nos damos cuenta, con alivio, que era sólo una ilusión. Al descubrir que ésta es la naturaleza de los sueños --que no son reales o que no tienen existencia independiente-- es sólo natural que interroguemos la vigilia de la misma manera.

Éste sería el sentido de los sueños para el budismo tibetano y seguramente también para otras tradiciones: que los sueños pueden usarse para descubrir que el mundo también es un sueño, que es una representación teatral de luz escrita y actuada por la mente. 

SOÑAR, PARADÓJICAMENTE, TIENE LA FUNCIÓN EVOLUTIVA DE HACERNOS DESPERTAR.


Por: Alejandro Martínez Gallardo (pijamasurf.com)