Durante esta época
del año, todo
cuanto nos rodea
es una impúdica
exhibición del poder subyugante del Sistema sobre nuestras
mentes.
Sin recato alguno, la maquinaria del Sistema nos dice qué
debemos pensar, cómo debemos actuar, qué nos debe gustar y cómo debemos
expresarnos.
Nos convertimos en esclavos de compromisos y reglas no
escritas y nos vemos obligados a gastar dinero con el fin de aparentar ante los
demás y ante nosotros mismos.
No hace falta ahondar demasiado en el tema, pues es de todos
sabido y cualquier persona con un mínimo de conciencia ya se habrá dado cuenta
de ello.
Pero la Navidad nos ofrece también una oportunidad única: la
posibilidad de ver de forma mucho más clara cuáles son los engranajes de esta
maquinaria infernal que llamamos Sistema y que el resto del año vive agazapada
en nuestra psique, manipulándonos como a títeres.
1-¿Por qué razón actuamos de esta manera en esta época del
año?
2-¿Qué justificación lógica hay para ello?
La respuesta a la primera pregunta es obvia.
Actuamos así, nos
comportamos como nos comportamos y hacemos lo que hacemos, porque nos han dicho
desde pequeños que “es lo que toca hacer en estas fechas del año” Y punto.
Los pretextos que
pongamos para repetir
los mismos rituales en
las mismas fechas,
son irrelevantes, porque ya
nadie recuerda ni
a nadie le
importa cuál es
su supuesta justificación argumental.
En la mente de las personas, solo existe un mecanismo
instalado que dicta: “estamos en tal fecha y
toca hacer tal
cosa, como hicimos
el año anterior”
Y así es como año
tras año, lo
vamos repitiendo como robots programados.
Llevamos instalado el mismo tipo de programación que le
aplicaríamos a una máquina.
Por otro lado,
si salimos a
la calle y
le trasladamos a
la gente la
segunda pregunta “¿qué justificación lógica
hay para ello?”,
quizás nos respondan
que la justificación
para tantas festividades es
“celebrar el nacimiento de Jesús” o “pasar unos días con la familia”; pero en
el fondo todas las respuestas ocultan una misma justificación implícita: “en
estas fechas debemos actuar de esta manera porque es lo que hacen todos los
demás y no queremos quedar aislados del resto del grupo”
Así pues, y
resumiendo: durante la navidad, actuamos como actuamos porque “toca” hacerlo y porque
lo hace el resto de gente.
Fantástico: una
fabulosa muestra de la evolución humana y de su intelecto superior; argumentos de peso
dotados de un
“profundo sentido existencial”,
que reflejan muy
claramente el tipo
de esclavitud mental a la que estamos todos sometidos.
Llegados aquí, deberíamos
preguntarnos: ¿Cómo hemos
llegado a este
profundo nivel de estupidez y aborregamiento colectivo?
¿Cómo puede ser que seres racionales actúen de forma tan irreflexiva, sin tan
solo preguntarse sobre el porqué de sus actos?
Para tratar de
responder a estas
preguntas, debemos comprender
cómo funcionan algunos mecanismos…
EL SISTEMA SIEMPRE
TIENDE AL VACÍO DE SENTIDO
Este es un hecho que realmente cuesta de comprender.
Y es que con el paso del tiempo, cualquier costumbre o
hábito repetido en sociedad, tiende por naturaleza a perder su razón original
de ser y a convertirse en un ritual periódico vacío de todo significado y
sentido, que empuja a las personas a repetirlo por el simple hecho de
repetirlo. Es algo parecido a un estado de hipnosis masivo en el que las personas
fueran inducidas a repetir el mismo acto una y otra vez al recibir una señal
determinada.
Pero, ¿cómo y por qué sucede eso?
LA ELIMINACIÓN DE LA
CONCIENCIA INDIVIDUAL
El
principal objetivo del
Sistema es reducir
nuestra conciencia individual al
mínimo, con el fin de arrebatarnos el poder y el control sobre nosotros mismos.
Eso es algo
que consigue automatizando
tanto como pueden
nuestras respuestas, como
si fuéramos una máquina programada con una serie de mecanismos lógicos y
en el caso concreto de las costumbres y tradiciones, lo consigue porque
aprovecha una tendencia natural del intelecto humano.
Lo entenderemos mejor a través de un ejemplo.
Cuando
aprendemos a conducir
un coche, en
los inicios, cada
acción que llevamos
a cabo la afrontamos
de forma plenamente
consciente. Cuando queremos poner
en marcha el
coche, escuchamos nuestra propia
voz dentro de
la cabeza, repasando
todos los pasos
que debemos llevar a cabo: “gira
la llave, enciende el motor, aprieta el pedal del embrague, acciona la palanca de
cambios y pon la primera marcha, suelta el embrague despacio a medida que vas
apretando el pedal del acelerador, etc…”
Curiosamente pero, a medida que aprendemos a conducir,
nuestra voz consciente se va apagando, como si se alejara en nuestro interior,
hasta que al final realizamos todas estas acciones de forma automática.
De alguna forma,
cuando aprendemos a
conducir, tendemos a convertirnos en
máquinas más eficientes y
somos capaces de
realizar muchas más
acciones y de forma más
rápida y eficaz, porque simple
y llanamente, hemos
programado nuestra mente
para actuar directamente, saltando los filtros del
pensamiento consciente.
Es algo que podemos comprobar fácilmente: si mientras
conducimos el coche en nuestro día a día dejamos de actuar con esa especie de
“piloto automático” y empezamos a escuchar de nuevo la voz consciente
diciéndonos qué pedal
debemos apretar, cómo y cuándo
y elucubrando qué marcha
debemos poner a
cada momento, es
posible que cometamos
errores graves de conducción y al final tengamos un susto,
como si volviéramos a nuestros primeros días en la auto-escuela.
Así pues, por motivos de eficiencia, nuestra mente tiende a
automatizar todas aquellas acciones repetitivas que pueden ser sustituidas por
mecanismos de programación cerebral, dejando la voz consciente y racional en un
segundo plano.
Es una de las capacidades maravillosas que nos otorga
nuestro fabuloso cerebro.
El gran problema se presenta cuando aplicamos estos mismos mecanismos
de automatización a otros ámbitos de las actividades humanas, para los cuales
no resultan adecuados.
Éste es el truco que aplica el Sistema para programarnos y
dominarnos.
Aprovechando
esta tendencia natural
a la automatización de acciones repetidas,
el Sistema consigue que aceptemos
eliminar nuestra voz consciente en otro tipo de actividades que implican una mayor
escala temporal y en las
cuales sí sería
necesario tomar conciencia
del cómo y el porqué
de nuestros actos.
Eso explica, que cada año, por ejemplo, repitamos los mismos
rituales una y otra vez en las mismas fechas sin tan solo preguntarnos cuál era
la función original que justificaba su existencia ni cuál es su utilidad para
nosotros.
Llega la fecha y simplemente, hacemos “lo que toca”, de la
misma manera que vemos el semáforo en rojo y apretamos el pedal del freno.
Lo hacemos automáticamente… y eso nos convierte en poco más
que autómatas.
Es evidente que el mundo de los humanos se ha construido a
base de definiciones inventadas por nosotros mismos; de etiquetas que sirven
para clasificar y categorizar los conceptos que nosotros mismos creamos.
Uno de los
grandes triunfos del
Sistema ha sido
conseguir que en
nuestro mundo sea
más importante la etiqueta con la que clasificamos las cosas que su significado
profundo o su sentido original.
Eso explica que la “repetición periódica de conductas necias
sin sentido ni función práctica por parte
de personas que
actúan sin pensar
ni hacerse preguntas”,
haya terminado por
ser tan importante.
El nacimiento de Jesucristo fue oficialmente proclamado el
25 de Diciembre por los padres de la iglesia en el año 440 DC, como un
sincretismo entre la religión Católica del entonces Imperio Romano y la
tradición de los días festivos que se observaba popularmente en el solsticio de
invierno, que ya era una tradición ancestral Pagana.
Debemos revertir lo impuesto por el sistema, dándonos cuenta
que la festividad de Navidad, creada por el Cristianismo, ni siquiera coincide
con el verdadero día de nacimiento de Jesús, sino que fue asignada en esa fecha, para que olvidemos nuestros orígenes Paganos, donde del 24 al 25 de Diciembre se produce el solsticio de invierno en el hemisferio norte, siendo el día más corto y la noche más
larga. Pero a partir de este momento el día comienza a crecer y por ello este
día se celebraba el “dies natalis invicti solis”, “el día del nacimiento del
sol invencible”.
El 25 de diciembre día del “Sol Invictus” (sol invencible) se conmemoraba el nacimiento del Dios "Mitra", cuyo culto y devoción fue extinguido y suplantado por el Cristianismo.
La práctica del Mitraísmo, como la de todas las religiones Paganas, fue declarada ilegal en el año 391 por el emperador Teodosio.
La práctica del Mitraísmo, como la de todas las religiones Paganas, fue declarada ilegal en el año 391 por el emperador Teodosio.
Las fiestas navideñas sólo se empezaron a celebrar a partir
de la Edad Media, y fueron los papas de aquella época quienes fijaron la fecha
en el 25 de diciembre, precisamente para que los fieles prestasen menos
atención a las festividades Paganas del Solsticio de invierno y más a las
celebraciones religiosas.
Cosas que ocurren durante el solsticio de invierno:
El solsticio de invierno es el día más corto del año. Esto
es así porque se trata del momento en que la tierra está más inclinada con
respecto al sol, y por ello recibe menos luz.
Este momento era considerado por muchas culturas como inicio
del año, y ese es el motivo de las celebraciones.
La tradición celta
En la cultura celta, la festividad del solsticio de invierno
recibía el nombre de Yule.
El Yule designa el
momento en que la rueda del año está en su momento más bajo, preparada para
subir de nuevo.
La tradición Romana
La fiesta también era una celebración del fin de las
tinieblas y el comienzo de un nuevo año.
Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito del Solsticio de Invierno:
Aquí puedes ver un fragmento de las palabras que la sacerdotisa pronunciaba para el rito del Solsticio de Invierno:
"Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del
año. Ahora las tinieblas triunfan y aún así todavía queda un poco de luz. La
respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey
Oscuro vive en cada pequeña luz.
Nosotros esperamos al alba cuando la Gran
Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así
es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo
envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del
vientre de la noche. Así sea."
¡Feliz Solsticio!
"Sol Invictus"
Honra a tu Dios Solar
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
Celebra la adversidad.
Festeja los lazos de sangre y suelo.
Únete en camaradería.
Muere y renace un año más.
Honra al Sol.
¡Salve invencible Sol!