Su contenido es la conversación
entre Krisná - a quien los hinduistas consideran una encarnación de Visnú y su primo y amigo Arjuna en el campo de
batalla, en los instantes previos al inicio de la guerra de Kurukshetra.
Respondiendo a la confusión y el dilema moral de Arjuna, Krisná explica a éste
sus deberes como guerrero y príncipe, haciéndolo con ejemplos y analogías de
doctrinas yóguicas y vedánticas.
Esto ha hecho que el
Bhágavad-guitá sea considerado un resumen breve de las doctrinas hinduistas.
Durante su discurso, Krisná revela su identidad como el ‘mismísimo Dios Absoluto’, bendiciendo
a Arjuna con una impresionante visión de su divina forma universal.
Fragmento:
El
sentido de esta lucha lo podemos entender claramente cuando en la llanura de
Kurú, Arjuna cae en el desánimo
negándose a combatir. Entonces Krishna le
dice:
“Te lamentas por quienes no debieras
lamentarte. ¡Aun son tus palabras de falaz sabiduría!.
El sabio no se lamenta por los vivos ni por los muertos.
El sabio no se lamenta por los vivos ni por los muertos.
Ni yo ni tú ni esos príncipes de
hombres, en tiempo alguno hemos dejado de ser ni dejaremos de ser en adelante.
El contacto con la materia, ¡oh,
hijo de Kuntî!, da calor y frío, placer y dolor, que en alternativos vaivenes
se funden transitoriamente. Sopórtalos con valor, ¡oh, Bhârata!.
El hombre a quien ni el placer ni
el dolor conturban ¡oh, jefe de hombres!, y entre su balanceo permanece firme
es merecedor de la inmortalidad.
Lo que no existe no tiene ser y
lo que existe jamás dejará de ser. La verdad de ello ha sido percibida por los
videntes de la esencia de las cosas.
Indestructible es Aquel que todo
lo penetra. Nada ni nadie puede aniquilar a este imperecedero Ser.
Finitos son estos cuerpos del
encarnado Ser, eterno, indestructible, inmenso. Así pues, ¡combate, oh,
Bhârata!.
Ignorantes son quienes miran como
matador al que mora en el cuerpo y quienes lo creen muerto. El espíritu no
puede matar ni morir.
Porque nunca tuvo principio ni
tendrá fin; ni habiendo sido cesará jamás de ser. Es nonato, perpetuo, remoto,
eterno, y no muere cuando muere el cuerpo. (...) Arma alguna puede herirle ni
fuego abrasarle ni agua humedecerle ni viento orearle.
Porque es invulnerable,
incombustible, impermeable e inoreable. Es perpetuo, omnidifuso, permanente,
inamovible y remoto.
Invisible, inescrutable e
inmutable. Si así lo reconoces no has de afligirte.
Porque en verdad, la muerte es
segura para los nacidos al igual que el nacimiento es seguro para los muertos.
Así, no debes afligirte por lo
inevitable.
Siempre invulnerable es, ¡oh,
Bhârata!, el morador del cuerpo. Así, no te aflijas por criatura alguna.
Además, advierte tus deberes y no
vaciles; porque nada hay más acepto a un Kchattriya que la guerra justa.
Felices, ¡oh, Pârtha!, los
Kchattriyas que militan en tal lucha, porque es no buscada coyuntura que les
abre las puertas del cielo.
Pero si con desprecio de tus
deberes y mancillando tu honor rehusas emprender esta justa guerra, caerás en
pecado.
Las gentes pregonarán tu perpetua
deshonra; y para quien bien se estima, mucho peor es la deshonra que la muerte.
Los jefes creerán que por
cobardía rehuyes el combate, y te verás menospreciado por ellos que tan animoso
te juzgaban.
Voces despectivas derramarán
sobre ti tus enemigos difamando tu esfuerzo.
¿Qué mayor afrenta?.
Muerto ganarás el cielo;
victorioso, dominarás la tierra. Así pues, yérguete, ¡oh, hijo de Kuntî!, y
determínate a luchar.
Aceptando por igual el placer y
el dolor, la ganancia y la pérdida, el triunfo y la derrota, predisponte a la
batalla. Así no caerás en pecado.”
Concluyendo: “Harás,
lo que deba hacerse, sin tener en cuenta las consecuencias o los resultados
obtenidos”
Según la
tradición de la India, “el universo
material es el sueño de un dios que después de cien años de Brahma se disuelve
y el universo se disuelve con él, hasta que después de otro siglo empieza a
moverse y se recupera iniciándose nuevamente su gran sueño del loto cósmico”.
El mismo Krishna
declara:
«Siempre que la
rectitud decae y aumenta la injusticia, yo me manifiesto; y para la protección
de los virtuosos, la destrucción de los viciosos y el restablecimiento de la rectitud, yo
encarno de era en era»
(Bhagavad-guita,
capítulo IV, versos 7-8).
El discurso del Bhágavad-guitá se inicia en las
postrimerías de la batalla de Kurukshetra. Comienza con el príncipe pándava
Áryuna, que se encuentra repleto de dudas en pleno campo de batalla. Consciente
de que sus enemigos son sus propios parientes, amigos queridos y venerados
maestros, Áryuna se dirige a su auriga, Krisná, buscando consejo.
Krisná aconseja a Áryuna con la idea del dharma, es
decir, el deber religioso. Comienza con el principio de que el alma es eterna e
inmortal.
Cualquier muerte en el campo de batalla solo supondría el
desprendimiento del cuerpo, pero el alma es permanente. Áryuna no logra
entender la naturaleza de las cosas. Su prurito en matar es un impedimento para
el correcto dharma. Esencialmente, Áryuna desea abandonar la batalla sin
intervenir; sin embargo, Krisná le advierte que si no interviene, el orden
establecido se rompería.
Con el objetivo de clarificar su consejo, Krisná expone
los distintos procesos de yoga y la comprensión de la verdadera naturaleza del
universo.
CONCLUSIÓN:
Fundamentalmente, el Bhágavad-guitá propone
que Para el Espíritu no hay vida ni muerte creada sino ilusión y, Por lo tanto,
no hay pecado ni culpa, no hay deuda que saldar ni Karma: si la decisión
procede del Espíritu, la acción no producirá efecto posterior sobre Sí mismo
porque la Ilusión carece de capacidad para actuar sobre la Realidad del Ser.
Sim embargo un Kshatriya debe cumplir una condición esencial para que su
naturaleza espiritual predomine sobre la parte anímica o animal: debe endurecer
su corazón, debe "echar fuera esa debilidad no indo-aria", vale
decir, debe despojarse de todo sentimiento compasivo hacia quienes no son sino
actores de un argumento kármico, pura Ilusión; ellos no existen realmente no
viven, o como dice Krishna "ya están muertos en mi". Sólo un
verdadero Kshatriya quien posee un corazón duro cómo la piedra y frío cómo el
Hielo puede realizar tal acción, incluso matar, sin que el Karma lo toque.
Es el carro Prometeico de Khrisna/ Apolo/ Kristos Lucifer como cuerpo inmortal de luz (cuerpo Solar) en oposición estratégica al Merkaba, la carroza de Jehová-Satanás y cárcel material del hombre.
Visión Griega:
Helios representa la
estrella solar y Apolo su auriga y Prometeo roba el carro del sol.
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